Solo yo. Sola yo. Escrito de una madrugada del 23 febrero de 2017.

Una madrugada, hace no tantos días, como la de ahora, como la de hoy, y, a su vez, de alguna loca manera, encontrándonos ya tan distintos a vos y a mí, reflexionaba acerca de lo que nos andaba pasando mientras tu vida apareció y se acopló a la mía . Entonces se sembró en mí una idea, una frase, que me acompaña desde entonces, que hace que lo que tuvo sentido desde el momento que te soñé, se maximice aún más (sí, era posible!): solo yo sé. Te miraba como tomabas, con ojos cerrados, cara relajada, mano apoyada sobre mi pecho, haciendo los sonidos que hoy solo puedo describir como tiernos…apenas iluminado por el reflejo de esta pantalla móvil📱. Y pensaba: lo que yo siento por vos, lo que me genera verte, lo que disfruto de estos momentos, solo yo lo sé. Podría escribir y des-cribirlos, y eso busco hacer, pero solo yo sé. En vos quedará el efecto de haber sido amado, recibido, cuidado por mí. Pero no quedará el recuerdo explícito. Incluso probablemente veas a la madre de tus hijos algún día hacer lo que yo hoy hago por y con vos, y ni siquiera así podrás visualizarnos a vos y a mí en esta maravillosa complicidad. En vos no estará el registro que me queda a mí de las caricias,  las miradas, de la ternura que me ablanda cuando te veo hacer esa mueca con tu boca cuando tenés hambre y, como dice tu papá, «tirás la boca». Solo yo sé todo lo que te dije desde que súpe que me elegiste como mamá. Mis amigos y familia podrán recordar el cuidado que tuve de mi cuerpo, cómo escribí a lo largo de esos 9 meses de gestación, los libros que leí, las clases que asistí, las fotos que saqué. Pero solo yo sé las canciones que inventé, las promesas que hice, cómo fueron los insomnios que viví. Solo yo sé.

Aquella madrugada, parecida y diferente a las otras 52 que ya vivimos juntos, confieso que me dio un poquitín de tristeza darme cuenta que solo yo sé todo esto que vivimos juntos. Que vos algún día te convertirías en un adolescente que se avergonzará de mí, a quien mi manera de hablar y mostrarte mi amor lo podrá incomodar. Que no recordarías llegar a este mundo, que te apoyen en mí y que tu primer llanto se calmara con mi olor,  caricias y besos. Que supimos ser tan primarios, tan simples. Que encastramos desde el minuto cero. Y a medida que iba repasando todo eso que compartimos, que registro con todos los sentidos posibles y los aparatos disponibles ya que ninguna cantidad de fotos parece ser suficiente… me di cuenta que así debe ser, que solo yo debo saber, porque todo esto que atesoro: tu mirada, tus manos buscándome, tus sonidos, tu olor de recién nacido!, todo, todo, todo eso se siembra en mí para poder hacer mi rol con vos en esta vida. Acompañarte, habilitarte. Amarte. Pase lo que pase. Digas lo que me digas. Vayas adonde vayas. Porque cuando nuestra relación sea más racional y menos primaria, menos emocional como es hoy, solo yo sabré quienes fuimos, y por siempre seremos, juntos. Cómplices de madrugadas y siestas. Compañeros de los juegos más repetitivos y simples. Bailarines, cantantes, cocineros. Solo yo sé. 

Solo yo sé que vos siempre serás el mismo que tenía su antebrazo del tamaño de mi pulgar! El que dejo de llorar porque lo tomé entre mis manos y le di sus primeros besos. Que no me importó si estabas limpio o no. Vas a ser el que se dormía acurrucado en mis brazos, y cuando quedabas un poquito separado, reptabas hasta hacer contacto, ponías tu manito encima mío y te dormías en paz. Te vas a enojar conmigo. Probablemente digas cosas feas. Pero porque solo yo sé todo esto que cuento, voy a poder atravesar lo que venga. Gritarás y para mí serás ese chiquitín que cuando algo le dolía o molestaba abría grande la boca, previo puchero, y con sus manos tensamente levantadas a los costados lloraba a gritos y jadeaba con angustia… y todo eso se disolvía al poner mi cara bien cerquita de la tuya, besar tus ojitos con lágrimas y decirte «ya va a pasar», mientras te contenía en el abrazo más firme que pudiera darte. Porque sabré que aunque grites, algo te duele. Solo yo sé.

Así es como la tristeza que pudo haberme generado esta idea que en esa madrugada brotó, se transmuta en coraje, en alegría y en el eterno agradecimiento a la vida por haberte conocido, y, a través tuyo, haberme sabido capaz de amar así, de trascender dolores físicos simplemente indescriptibles como los del parto y los días después. Estuve y estoy bendecida con muchísimas personas que nos quieren y acompañan, incluso con amigas que están estrenando maternidad como yo con vos. Pero solo yo sé. No me hace ni mejor ni peor. Me hace fuerte. Me hace valiente. Me hace vulnerable. Me hace persistente. Me hace Mamá. Única, constituida para esta relación. Creo que cada mujer es una Mamá con cada hijo y en cada momento y que sabran entender de lo que hablo, acerca de lo que cada una solo ella sabe. Y que no solo yo sé, sino sola yo estoy. Por más acompañada que esté. Incluso por mi bebé, porque soy la de los dos la que se acordará y repetirá las imágenes que narran mi relato. Solo yo sé.

Me encanta que así sea. Me inspira. Te puedo contar que te percibí de rutinas desde que estabas en la panza y hacías el mismo movimiento a la misma hora cada día («el rodillo Pesado» tipo 7pm y «el malambo» o «un poquito de quilombo» tipo 10pm antes de ir a dormir). Tus primeras 7 semanas te siguen mostrando así, de patrones regulares.  Te percibí  respetuoso de mis momentos de descanso y capaz de relajarte. Vos eras de los que no despertaban de noche y que durantes clases de gimnasia o masajes dormías. Te percibí con ganas de aprender, siempre me reía con tus movimientos cuando yo estudiaba. Todo eso. Te percibí exacto. Y llegaste un 1ero de enero, con la primera contracción realmente registrada como tal a las 0hs del 01/01/2017. Y la única contracción del parto que no fue cada 2:50 minutos fue la ultima, cuando como dijo la partera «elegiste en que minuto nacer».  Te tocó la Mama que registra todo. Te supe fuerte. Llegaste  con velocidad, intensidad y empuje. Y hablando de empujones, también yo sé que aceptamos que nos ayuden a que «bajaras» para poder salir. Un empujoncito cada tanto puede que necesites… te puedo contar todo esto y más. De tus primeras sonrisas y sonidos. Pero hay tanto más que no puedo decir. Lo que queda en la piel, en el alma. Eso solo yo sé. 

Esta madrugada, en la que elegí escribir, teniéndote acá acurrucado, en vez de ayudarte a dormir en tu cuna, me despido de la mujer que se imaginaba como Mamá para darle la bienvenida a la que ya soy. La que solo yo sé.